miércoles, 24 de diciembre de 2014

39 años de la muerte del compositor Bernard Herrmann







Bernard Herrmann nació en la gran metrópoli americana de Nueva York. Su padre, Abraham, era un inmigrante judío que había llegado desde Rusia para hacer fortuna en América, la tierra de las oportunidades, y que quiso inculcar a sus dos hijos, Benny y Louis, su gran afición por la música, enseñándoles a disfrutar con su gran colección de discos de ópera y conciertos sinfónicos, y regalándoles a cada uno de ellos un instrumento musical. A los ocho años deja patente su mal genio y rebeldía cuando el profesor de música le regaña y Benny le rompe el violín en su cabeza. A los 13 años queda deslumbrado por la música de Héctor Berlioz marcándole su decisión de convertirse en compositor.

A los 16 años se matricula en el instituto DeWitt Clinton donde tiene como profesor musical a Gustav Heine quien le enseña las técnicas básicas de composición. En 1931 crea la New Chamber Orchestra, formación con la que realiza conciertos de música clásica; y en 1934 es contratado como director y compositor para la cadena de radio CBS, participando en algunos programas de éxito como “Columbia Workshop” y “The Mercury Theatre”.

En 1933 se vinculó con la Columbia Broadcasting System donde musicalizó documentales y programas radiofónicos. De esta forma conoció a Orson Welles quien estaba buscando alguien que le compusiera temas para programas de radio. Uno de estos, La Guerra de los Mundos, sobre la novela de H.G.Welles, que cuenta una invasión extraterrestre, marcó un hito en la historia de la radiofonía, causando el mayor impacto de la historia de la radio.

En 1941 ambos vuelven a trabajar en otra adaptación radiofónica, “The Happy Prince”, y ese mismo año Welles encuentra financiación en la RKO para su película Ciudadano Kane, donde se reencuentra con la música de un Herrmann que entraba por la puerta grande en el mundo de la composición cinematográfica, consiguiendo además su único premio de la Academia por su segunda película, El hombre que vendió su alma.

Durante los cincuenta su carácter va transformándole en un individuo antisocial, agresivo y solitario, descontento con su profesión y convencido de que todo a su alrededor era negativo. Su prepotencia musical la consolida con un estilo personal, acorde con su melancólico estado de ánimo, en las cuerdas obsesivamente románticas de Jane Eyre, El fantasma y la señora Muir, y Las nieves del Kilimanjaro.

En 1955 se produce su afortunada relación profesional con Hitchcock, complementándose ambos a la perfección. Su colaboración con Alfred Hitchcock, se inició en ¿Pero quién mató a Harry?, que dio como resultado algunas de las más alabadas partituras cinematográficas. Su condición de maniaco depresivo le hizo desarrollar hasta el límite su innovación musical, que alcanza su punto culminante en el lirismo de ”Vértigo”, en el fandango percusivo de “Con la muerte en los talones” o en la violencia de los violines que simulan cuchillazos sobre la piel en la clásica escena de la ducha en la película “Psicosis”.

Con ello Herrmann ya mostraba un claro interés por conceptos de la vanguardia musical de la segunda mitad de siglo.

Poco tiempo después “Cortina Rasgada” marcaría el desencuentro de estos dos grandes creadores, al ser rechazada la partitura compuesta por Herrmann para sustituirla por una mucho más comercial y también más anodina, algo que resultó mortal en la frágil mentalidad de Hermann, dimitiendo de su cargo en la Academia y siendo rechazado en el declive de los grandes Estudios. Era un aviso de la ola de banalidad que amenazaba en la industria cinematográfica, más pendiente de los resultados económicos que de la expresión artística. Durante ocho años vagó errante por Europa, colaborando en proyectos como los de Françoise Truffaut en “Fahrenheit 451” y “La novia vestida de negro”.

Regresa a su país en 1973 reclamado por el director Brian de Palma, un fanático del cine de Hitchcock, quien consigue recuperar el talante del compositor en “Hermanas y Fascinación” En 1975 después de leer el guion de Taxi Driver, Martin Scorsese pensó en Herrmann como única opción posible para hacer la música de la película. El film iba a ser una especie de "gótico neoyorquino" y cineasta sabía que sólo Herrmann podía crear las sombrías sonoridades que la película precisaba. Al principio Herrmann no se mostró interesado por la idea; "no sé nada sobre taxistas" fueron sus primeras palabras, pero al leer el guion se sintió tan fascinado por el personaje que encanaba Robert De Niro, el taxista Travis Bickle, que aceptó inmediatamente.

Pero se encontró con el problema que la película exigía una partitura de corte jazzístico, estilo musical que Herrmann no dominaba, por lo que pidió ayuda a su amigo, el orquestador Christopher Palmer. Este decidió adaptar una melodía que había compuesto Herrmann para un olvidado musical de teatro y le dio un toque musical de blues. A Herrmann le gusto tanto el arreglo, en la que el saxo describe a la perfección la soledad e incomprensión que siente el protagonista, que decidió utilizarlo como tema principal. Scorsese diría luego "Trabajar con Herrmann fue una de las experiencias más satisfactorias que tuve en el cine"

Cuando su acercamiento al inquietante jazz de Taxi Driver parecía iniciar una nueva etapa en su ya dilatado genio creativo, Herrmann fallece mientras dormía en su habitación en un hotel de Los Angeles, a las pocas horas de terminar la grabación de la partitura.

Entre sus piezas sinfónicas están: “Aubade” (1933), que él mismo reconvertiría en la elegía “Silent Noon” (1975); “Sinfonietta for Strings” (1935); “Currier e Ives Suite” (1935), homenaje en cinco movimientos a uno de sus iconos, el músico Charles Ives; la cantata “Moby Dick” (1938); su sinfonía de 1941; “The Fantasticks” (1942); su ópera “Whuthering Heights” (1943-1951); y sus ballets “Americana” (1932), “The Skating Rink” (1934) y “Body Beautiful” (1935) A lo largo de su carrera, trabajó en varios discos para la discografía “Decca Phase 4”, entre ellos: “Grandes éxitos ingleses de películas”, que incluye, entre otras, suites de Anna Karenina (Constant Lambert), Oliver Twist (Arnold Bax) y Things To Come (Arthur Bliss); “Música de grades films Shakesperianos”, incluyendo suites de Ricardo III (William Walton), Hamlet (Dimitri Shostakovich) y Julio César (Miklos Rozsa) y “Las cuatro caras del jazz”, donde versiona magistralmente un ragtime de Stravinsky, el “I got Rhythm” de Gershwin, la “Ópera de tres peniques” compuesta por Kurt Weill, y “La creación del mundo” de Milhaud.

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