martes, 10 de diciembre de 2013

Hace 21 años que nos dejó la gran Celia Gamez


celiagamez-vintagemusic.esNo se sabe mucho de su niñez. Viajó a España con su padre para cobrar una herencia a mediados de los años 20 y se quedó. Empezó en Argentina con un pequeño papel con José Padilla en cuyo estreno, nada más pisar la escena, se desmayó. Más tarde, como vicetiple en la comedia musical Las corsarias en los años veinte y cantante de tangos, pero pronto se convirtió en un fenómeno teatral y en una famosísima vedette de la escena madrileña apoyada siempre por el maestro Francisco Alonso, especialmente a partir del sonado estreno de la revista "Las leandras" en 1931.

Las razones del éxito de Celia Gámez no son fáciles de comprender a quienes no la vieron, puesto que no era una belleza arrebatadora, no tenía una gran voz, ni era una bailarina consumada; no obstante, como en el caso de Mistinguett, su personalidad llenaba la escena, tenía evidente magnetismo y sabía organizar a su alrededor espléndidos espectáculos a medio camino entre la revista y la opereta, de los que salieron muchísimas melodías populares y en los que dieron sus primeros pasos muchos artistas: Concha Velasco, Lina Morgan, Esperanza Roy, Tony Leblanc, etc.

Durante bastantes años elevó considerablemente el tono generalmente bajo de las populares revistas. También hizo cine (vg. "Rápteme usted," historia del falso rapto de una estrella con propósito publicitario), pero su éxito de pantalla tuvo escaso alcance. Su vida privada siempre dio mucho que hablar en la gazmoña sociedad española de la época, desde sus rumoreados amores de juventud con el rey Alfonso XIII, hasta su larga colección de amantes reales o supuestos. Uno de los más famosos fue el general José Millán-Astray, uno de los generales que se alzaron contra la II República española, lo que ocasionó la Guerra Civil Española en 1936. Al comenzar dicha guerra, Gámez se encontraba de gira con su compañía por territorio bajo control de la sublevación, al que apoyó durante la contienda. Esto le permitió continuar con sus éxitos y popularidad y le crearon indudable mala fama entre los opositores al régimen. Un tema suyo, "Ya hemos pasao", se burla del "No pasarán" de las milicias republicanas, y con sarcasmo hacia los derrotados llama a éstos "miserables" al tiempo que se autoproclama "facciosa".

Tal como pedían los tiempos de nacional-catolicismo, en sus espectáculos era cuidadosa con la exhibición carnal de sus vedettes y de sí misma, recurriendo a la malla ajustada y a la moderación en escotes es y shorts. Aspiraba a que la revista fuera también frecuentada por la mujer, con lo que daba un cambio en cuanto a su audiencia. Tal vez por garantizarse un estatuto de respetabilidad en los puritanos tiempos de la posguerra, se casó en 1944 en la Iglesia de los Jerónimos de Madrid con un médico llamado José Manuel Goenaga, en una boda que en vez de respetable resultó en extremo escandalosa, tanto por la afluencia y la actitud de los curiosos como por el hecho de que el padrino fuera el mismo general Millán-Astray que había sido su amante. El matrimonio fue de muy corta duración y la pareja se separó, aunque no hubo divorcio, que era entonces legalmente imposible. De hecho, siempre se rumoreó también el supuesto lesbianismo de la estrella, alentado por una cierta ambigüedad que se complacía en cultivar: aparecía vestida de hombre en muchos números y hacía que cortejaba a las coristas o las besaba. Como fuera, siempre hizo por tener amantes y acompañantes masculinos hasta edad muy avanzada.

En la década de los 60, al tiempo que la revista musical española entraba en franca agonía, presentó Celia Gámez sus últimos grandes espectáculos, ya sexagenaria. Aunque volvería a actuar esporádicamente en los escenarios, su larga y brillante carrera estaba cerrada y con ella la de todo un género, que pasaría a ser historia en los años 70.
En 1969 hizo una colaboración estelar en la adaptación al cine de "Las leandras" cediéndole el papel protagónico a una bellísima Rocío Dúrcal.
Como tantas otras vedettes de su época, el genio de Celia para montar espectáculos y entretener al público no iba acompañado del mismo genio financiero: tenía fama de malgastadora y extravagante y parece que se vio en dificultades económicas al final de su vida, complicadas por la amargura de haber sido prácticamente olvidada, especialmente en las circunstancias de la transición española a la democracia, durante la que sus anteriores amistades no la hacían especialmente popular. La penuria económica y la antipatía de muchos la hicieron retornar a Buenos Aires. Sus últimos años los vivió modestamente en una residencia de ancianos con la razón perdida. Fue enterrada en el cementerio de Chacarita de la capital argentina, a muy pocos pasos de Miguel de Molina, célebre cantante español que tuvo que emigrar a Argentina en 1942 acosado en España por su adscripción al bando republicano durante la guerra y por ser objeto de la persecución homófoba de personas vinculadas al régimen franquista.

Celia Gámez fue una de las más populares estrellas de España en la primera mitad del siglo XX y a ella se debe gran parte del esplendor de la revista, un género popular que llegaría a caer en el desdén de los cultos, si bien en la actualidad, por influencias del musical americano, se tiende a su renovación y al redescubrimiento de sus grandes posibilidades para la música popular.

No hay comentarios:

Publicar un comentario